Bolivia y la lucha contra el imperialismo.

Sobre el golpe de Estado fallido y las confusiones en la izquierda latinoamericana.

Por Jorge Arboleda, sección mexicana de la CCRI, 28 de junio de 2024.

El 26 de junio, a media tarde, un grupo de soldados liderados por el entonces comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, el general Juan José Zúñiga, tomaron la Plaza Murillo frente a la Casa Grande del Pueblo, donde se encontraba el presidente Luis Arce. Con una tanqueta, estos soldados abrieron la puerta principal, con el objetivo de derrocar por la fuerza al presidente y nombrar a nuevos ministros. Ante las protestas inmediatas que surgieron contra el golpe, gendarmes lanzaron gas lacrimógeno y dispararon balines que lesionaron a algunos manifestantes. Sin embargo, el golpe de Estado no se consumó debido al aislamiento total que tuvo Zúñiga en ese momento. La derecha boliviana representada por Carlos Mesa, la expresidenta golpista Janine Añez y el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, se pronunció toda en contra del golpe. Incluso Luis Almagro, el presidente de la OEA rechazó este intento de derrocar a Arce.

De inmediato, la Central Obrera Boliviana llamó a la "defensa de la democracia", convocando a una huelga general y Evo Morales llamó también a las organizaciones populares de Bolivia a manifestarse contra el golpe. Sin embargo, las movilizaciones apenas y tuvieron lugar cuando el golpe había sido frustrado. Luis Arce confrontó directamente a Zúñiga, quien quedó sin apoyo suficiente para lograr su objetivo y fue detenido y relevado de su cargo.

Ante estos acontecimientos hay muchas especulaciones, pero también mucho contexto. Es parte del "sentido común" decir que Estados Unidos tiene los ojos puestos en el litio boliviano, pues se presume que sus reservas constituyen el 60% del mundo. También hay versiones de un "autogolpe", que fueron alimentadas por Evo Morales. Sucede que, en entrevista con un canal de televisión, el entonces general Zúñiga fue cuestionado sobre qué harían las fuerzas armadas si Evo quisiera contender para ser presidente el próximo año. Su respuesta fue decir que estaría inhabilitado para poder hacerlo, ya que la Constitución de Bolivia solo permite 2 o 3 periodos, y en ese sentido, Morales ya había violado la Constitución antes. Al ser presionado por la entrevistadora, su respuesta fue un eufemismo para decir que el ejército detendría a Evo Morales si ese fuera el caso, lo cual el expresidente tomó como una amenaza. En su cuenta de Twitter, advirtió que, de no retractarse, sería muestra de que se estaba fraguando un autogolpe.

Actualmente el MAS está sumamente dividido, principalmente entre simpatizantes de Evo Morales y Luis Arce. Entre ambas tendencias se acusan mutuamente de hacer pactos con la derecha y con el imperialismo estadounidense. Esta división no es gratuita, pues Bolivia se encuentra sumida en una crisis económica muy profunda, y hace meses que ha habido numerosas manifestaciones por la falta de dólares, de insumos y de combustible. Mientras tanto, la Asamblea Legislativa Plurinacional se encuentra mayormente representada por simpatizantes de Evo Morales, quienes se oponen fuertemente al gobierno de Luis Arce, y ha decidido frenar el proceso de elección de magistrados de la Suprema Corte. Esto ha ocasionado que el poder legislativo y judicial se encuentren paralizados, provocando bloqueos y movilizaciones. Recientemente Luis Arce había visitado el Kremlin para pedir apoyo de Rusia para poder abastecer de combustible a Bolivia, para después enfrentar el bloqueo de carreteras por parte de organizaciones de transportistas, así como protestas de organizaciones vecinales.

¿Y dónde están los gringos?

Sería absurdo pensar que no hay una intención de Estados Unidos de apoderarse de los recursos de Bolivia, aprovechando la debilidad política que enfrenta actualmente. Sin embargo, hasta ahora no hay nada que indique una operación dirigida desde Washington, sino que parece que este intento de golpe fue consecuencia de la grave crisis económica y política que Bolivia enfrenta, y la ausencia total de la derecha parece ser un importante indicador. Por otro lado, cabe señalar el importante rol que están jugando las fuerzas armadas bolivianas en esta crisis, el cual es producto de las administraciones evista y arcista. La tradición militar en América Latina continúa siendo la de la Escuela de Las Américas, y este golpe fallido, así como el que se llevó a cabo en 2019 no se pueden explicar sin los grandes privilegios que el gobierno boliviano le dio al ejército desde el inicio de la larga administración de Evo Morales. Parece que esa lección de hace 5 años no fue aprendida, y es relevante, no solo en el contexto boliviano, sino en el contexto latinoamericano en general, pues son cada vez más los gobiernos que ponen su confianza en las fuerzas armadas, dándoles a su vez más poder y más atribuciones.

El marco boliviano parece ser diferente al de países como México, Ecuador o El Salvador, donde la militarización es parte de una agenda intervencionista con la “guerra vs las drogas” o la “guerra vs las pandillas” como pretexto para incrementar el poder de las fuerzas armadas, a la vez que aparecen cada vez más grupos paramilitares sembrando el terror, con la finalidad de acelerar ciclos de acumulación capitalista, a la vez que se controlan las cadenas de producción de drogas y se imponen mega proyectos de infraestructura para cumplir con las necesidades de los Estados Unidos de industrializar zonas para competir con el creciente poder de producción de China. Pero esa es una razón más de peso para combatir estas tendencias a la militarización en el continente americano, pues quien a fin de cuentas realizó este burdo intento de golpe fue el brazo militar del gobierno masista.

Ahora bien, es verdad que el litio es un recurso sumamente valioso, pero no solo para los Estados Unidos, sino para todo el modo de producción capitalista mundial, pues con la creciente tendencia hacia una falsa transición energética, este será pieza clave en la manufactura de artículos electrónicos de todo tipo, y no solamente autos eléctricos. En ese aspecto, es necesario reconocer a otros actores en el intervencionismo extranjero en Bolivia, pues si bien el litio boliviano está nacionalizado, el gobierno ha firmado contratos millonarios con las empresas chinas CATL BRUNP & CMOC (CBC), y la empresa Citic Guoan Group, así como con la empresa estatal rusa Uranium One Group para su extracción y procesamiento. Es por esto que se puede comprender una disputa encarnizada entre potencias por los recursos de Bolivia, pero la izquierda latinoamericana comete un grave error al asumir una postura defensista del gobierno del MAS, con el pretexto de que Estados Unidos busca apoderarse del litio boliviano, ¡si lo está poniendo en las manos de otras dos potencias imperialistas!

América Latina es territorio de disputa entre las grandes potencias (Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia), por lo que sus gobiernos están alineados con uno u otro bando, mientras que se llenan la boca de soberanía y valores nacionalistas. En el caso de Bolivia, son China y Rusia las principales potencias beneficiadas con su gobierno, pero bajo el pretexto de combatir al imperialismo yanqui, muchas tendencias como el estalinismo, el castro-chavismo y las corrientes bolivarianas se han volcado a defender estos lazos. Finalmente, el gobierno boliviano enfrenta demasiados problemas producto de la crisis que se ha sumido él mismo, y el pueblo es cada vez menos propenso a confiar en la dirigencia del MAS, y cada vez está más dispuesto a dar la batalla en contra de la pésima administración del gobierno.

Por lo tanto, nosotros denunciamos la hipocresía de quienes advierten de que una potencia imperialista intenta dominar a Bolivia, pero se hacen de la vista gorda ante el intervencionismo que lleva años por parte de otras dos grandes potencias imperialistas, y llamamos a la lucha por un gobierno obrero, campesino e indígena, que expropie las industrias y el campo, y los ponga al servicio de las clases oprimidas. Esto incluye no solamente la propiedad de los oligarcas nacionales, gringos y europeos, sino también la de los capitalistas chinos y rusos.

Ante un golpe de Estado como el de 2019, o como el fallido golpe de junio de 2024, nosotros hacemos el llamado a formar un frente único para luchar contra las fuerzas reaccionarias que atentan contra los pocos derechos democráticos bajo el gobierno burgués del MAS, pero el objetivo de los comunistas no puede ser la defensa a ultranza de dicho gobierno burgués, sino que debemos llamar también a la lucha contra él, y a apoyar las protestas que se han llevado a cabo en el marco de la gran crisis que sufre Bolivia.

¡Fuera todas las fuerzas imperialistas de América Latina!

¡Alto a la militarización!

¡Apoyo a las protestas contra el gobierno masista en Bolivia!

¡Por una revolución socialista en América!

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