Tesis sobre la guerra vs las drogas en México y las tareas de los revolucionarios

Policías Comunitarios pertenecientes a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) en Guerrero.

Tesis sobre la guerra vs las drogas en México y las tareas de los revolucionarios.

Por Jorge Arboleda, Corriente Comunista Revolucionaria, sección mexicana de la CCRI

 

Introducción

 

El narcotráfico parece ser uno de los grandes problemas que enfrentan todos los países de América Latina. Las drogas llegan a los barrios y a la población en general, provocando la muerte de muchos jóvenes, no tanto por intoxicación, sino, sobre todo, por la violencia que existe asociada al tráfico de drogas. Ante este escenario, es cada vez mayor el aparato de vigilancia y seguridad que los gobiernos del continente emplean para supuestamente combatir este mal. Sin embargo, la guerra vs las drogas lleva muchos años llevándose a cabo, no solamente como una forma de intervención imperialista desde los Estados Unidos, sino también como un fenómeno que ha causado la muerte violenta de cientos de miles de personas, y en el cual cada vez se conocen más los vínculos que tienen funcionarios públicos con los grupos criminales. Al respecto, la población en general, incluyendo a los militantes de organizaciones marxistas, estamos supeditados y expuestos a los reportes oficiales que las autoridades de seguridad locales, nacionales y estadounidenses dan al respecto de cómo es que se da esta guerra, lo cual incluye el nombre de los grupos beligerantes, sus líderes, sus zonas de influencia, e incluso muchas veces detalles sumamente específicos acerca de sus vidas personales, sus fortunas acumuladas, amistades y antecedentes biográficos. Sin embargo, a pesar de todos estos datos que circulan en diferentes medios de comunicación, por alguna razón estos sujetos son muy escurridizos y es extremadamente difícil para los sofisticados aparatos de vigilancia del Estado atraparlos y desarticular sus organizaciones.

El caso particular de Colombia y México son muy conocidos, pero el fenómeno de guerra vs las drogas se ha extendido a todo el continente de una manera alarmante. En el caso mexicano, esta guerra iniciada en 2007 ha provocado la muerte de cerca de 450 mil personas y la desaparición de más de 120 mil. Sin embargo, este fenómeno no solamente ha traído muerte para las personas pobres y oprimidas, sino que también ha generado un incremento de la presencia de gran capital industrial y extractivo en varias comunidades donde la violencia es mayor. Esto ha llevado a muchas personas a pensar que este fenómeno no solamente se trata de narcotráfico y tampoco es un caos sin control, sino que es un cálculo bastante preciso de aceleración de ciclos de acumulación capitalista mediante la expulsión de comunidades, el asesinato sistemático de opositores a proyectos extractivos, así como de defensores del territorio y del medio ambiente, y mediante la provocación del terror en la población en general, como un método disuasorio para prevenir su organización. Nuestra organización ha catalogado a la guerra vs las drogas como el fenómeno más reaccionario al que se ha tenido que enfrentar el proletariado mexicano desde el golpe de Estado de Victoriano Huerta en 1913.

Esta tesis está basada en trabajos de investigación de algunos autores como Dawn Marie Paley, [1] Oswaldo Zavala, [2] Guadalupe Correa-Cabrera, [3] Federico Mastrogiovanni, [4] y José Reveles, [5] pero también en un análisis marxista sobre este fenómeno, pues los investigadores mencionados carecen de esta perspectiva. Comprendemos que de todas formas esta tesis tiene un sesgo geográfico, debido a que, tanto estos autores como quien escribe, hemos estudiado el fenómeno desde la perspectiva de México casi exclusivamente, pero sabemos que no es un fenómeno exclusivo de México, sino que se está expandiendo en toda América Latina, y es por eso que buscamos discutirla con camaradas marxistas de otras partes del continente.

 

La propaganda sobre lo que es la guerra vs las drogas

 

1. En el año 2006, México vivía un momento de levantamientos populares en contra de los gobiernos neoliberales, cuyos operadores llevaban ya décadas enquistados en el poder del Estado. El movimiento electoral de López Obrador creó una base muy grande de militantes reformistas y centristas, así como de activistas de todo el país, el EZLN había iniciado “la otra campaña”, los campesinos de San Salvador Atenco se habían levantado contra la construcción de un aeropuerto en sus tierras, por el que fueron fuertemente reprimidos, y el pueblo de Oaxaca se declaró en rebeldía contra el gobierno, formando la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), tomando la capital de ese estado con barricadas que recorrían toda la ciudad. Ese mismo año, el movimiento de López Obrador sufrió un fraude electoral que impuso a Felipe Calderón como presidente, y las masas enfurecidas por dicho fraude fueron contenidas por el mismo Obrador para que su liderazgo no fuera rebasado y poder buscar contender por la presidencia en las elecciones de 2012 y 2018. El gobierno de Calderón inició con un decreto que no tuvo nada que ver con sus promesas de campaña, pues tan pronto inició su administración, declaró que el narcotráfico era el más peligroso problema que enfrentaba México, por lo que ordenó a la policía federal y al ejército llevar a cabo tareas de combate a grupos delincuenciales. La realidad es que en el 2006, para los mexicanos el narcotráfico no significaba un problema mayor como lo eran el desempleo, los bajos salarios, la corrupción, o la pérdida de las empresas del Estado que se ponían en venta a particulares, y de hecho, la violencia en México iba decreciendo paulatinamente, al grado que el año en que se declaró el inicio de la “guerra contra el narco”, fue el que menos homicidios se habían registrado en la historia del país. Sin embargo, los años siguientes mostraron un incremento exponencial en los homicidios, y las noticias de balaceras, cuerpos cercenados y desmembrados tirados en las calles, personas ahorcadas colgadas en puentes, “narco-mantas”, e historias diversas de actos extremadamente crueles y horripilantes, se volvieron algo cotidiano.

2. Se hicieron muy conocidos los nombres de grupos como: Cártel de Sinaloa, Cártel de Juárez, Cártel del Golfo, Cártel de los Arellano Félix, Cártel de los Beltrán Leyva, Cártel del Noreste, Cártel Jalisco Nueva Generación, Caballeros Templarios, Guerreros Unidos, Los Rojos, La Familia Michoacana, Unión Tepito y Los Zetas. Además de que muchos tenían en común el nombre de “cártel”, otros eran supuestamente fracciones rivales de sus organizaciones predecesoras, pero en específico la palabra “cártel” tiene un significado muy diferente al que se le relaciona cuando se habla de narcotráfico. Un cártel es una red de empresas independientes que se ponen de acuerdo para eliminar la competencia y acaparar un mercado. Uno podría tratar de hacer la comparación con el mercado de las drogas, pero cuando se nos habla de un cártel de narcotráfico, siempre se nos habla de un gran capo, un líder indiscutible, o un jefe de jefes, lo cual va en contra del concepto que se tiene como cártel. Además, llama mucho la atención que quienes fundan estos grupos tengan en mente siempre poner el prefijo “cártel”. Este dato podría no ser tan relevante, pero el investigador Oswaldo Zavala lo explica bien en su libro “Los cárteles no existen”:

En su libro El siglo de las drogas (1996), Astorga registra otro episodio revelador de la historia política del “narco”. Es una entrevista que la revista Time le hizo en 1994 a Gilberto Rodríguez Orejuela, el traficante colombiano que supuestamente lideraba, junto a su hermano Miguel, el “cártel de Cali”. El traficante declara: “el “cártel de Cali” simplemente no existe. “Es una invención de la DEA […] Hay muchos grupos, no sólo un cártel. La policía lo sabe. También la DEA. Pero prefieren inventar un enemigo monolítico.” El periodista británico Ioan Grillo obtuvo una declaración similar al entrevistar en Colombia al “narcoabogado” Gustavo Salazar, el representante legal del supuesto “cártel de Medellín”. El abogado repite esencialmente lo dicho por Rodríguez Orejuela: “Los cárteles no existen. Lo que hay es una colección de traficantes de droga. Algunas veces ellos trabajan juntos, otras no. Los fiscales estadounidenses los llaman ‘cárteles’ para hacer más fáciles sus casos. Todo es parte del juego”.

3. Estas declaraciones, podrían no significar mucho, ya que, de todos modos, el narcotráfico existe, y estos grupos existen, aunque sea bajo un nombre diferente, o aunque no tengan nombre. Sin embargo, el hecho de que las autoridades estadounidenses y nacionales busquen utilizar estas nomenclaturas para simplificar la narrativa del combate al narcotráfico, ya nos dice mucho sobre qué papel juegan en este fenómeno. Aún así, no es sorpresa para la mayoría de los activistas y marxistas en México que la guerra vs las drogas es en realidad un mecanismo imperialista de intervención por parte de los Estados Unidos, y que la decisión de utilizar al ejército para combatir a grupos criminales ya estaba tomada desde la embajada estadounidense desde 2006 gracias a un cable filtrado por WikiLeaks en 2010, en el que se menciona que incluso López Obrador aceptó sacar al ejército de sus cuarteles para combatir al narcotráfico, algo que, así como en el caso de Felipe Calderón, nunca fue parte importante de sus campañas.

4. Sin embargo, a pesar de que entre la izquierda mexicana es conocido que la guerra contra el narco es una imposición de Washington, muchas veces se confunde la manera en la que esta opera, debido a que existe un bombardeo cotidiano de información acerca de los supuestos grupos beligerantes y narcotraficantes que impide distinguir la realidad de la propaganda. Y sobre todo, existe también la idea de que los grupos del narcotráfico son tan poderosos y tan despiadados, que son dueños del Estado en la misma manera en que la burguesía nacional e imperialista lo es. Existen relatos, tanto en la cultura popular, como en reportes oficiales, en que los capos de la droga son hombres con fortunas inimaginables, producto de la venta de sustancias, pero al mismo tiempo, cuando son capturados por las autoridades, estos están huyendo en condiciones deplorables, ultra-clandestinas, y faltos completos de guardias o de personal que los proteja. Esto quedó exhibido particularmente cuando el actor hollywoodense Sean Penn tuvo la oportunidad de entrevistar al mismo Chapo Guzmán en 2015, y se pudo observar que quien fue señalado de dirigir una empresa multinacional de tráfico de drogas y someter a los gobiernos de Estados Unidos y de México, no era más que un analfabeta que difícilmente podía utilizar un teléfono celular. Durante años, la DEA había calculado que El Chapo poseía una fortuna de cerca de mil millones de dólares entre 2009 y 2012, lo que le valió aparecer en la lista de Forbes de los hombres más ricos del mundo durante esos años. Sin embargo, una vez que fue capturado por tercera ocasión y extraditado a Estados Unidos, nunca se pudo comprobar dicha fortuna. En el 2010, el periodista Julio Scherer tuvo la oportunidad de entrevistar a El Mayo Zambada, y en dicha entrevista, confiesa que todo lo que se dice acerca de él son meras mentiras, y que si un día lo capturaban, nada cambiaría. Los hijos de El Chapo Guzmán también han negado algunas historias que la DEA contaba sobre ellos, como que utilizaban tigres para desaparecer los cuerpos de sus víctimas.

5. A pesar de que desde el inicio de la guerra en 2007 se ha implantado la idea de que los narcotraficantes mexicanos son extremadamente poderosos y que están por encima del Estado, cada vez es mayor la evidencia de que en realidad, no son tan poderosos ni tan ricos como la propaganda lo dice, sino que, por el contrario, el aparato de control del Estado siempre ha estado por encima del narcotráfico. Esta relación se ha establecido desde los años 70’s, cuando se llevó a cabo la llamada “Operación Cóndor”, [6] liderada por el entonces procurador Alejandro Gertz Manero, quien es actualmente fiscal general de la República elegido por AMLO. En esta operación, el ejército quemaba sembradíos de marihuana y amapola por órdenes de la DEA, al mismo tiempo que extorsionaba a narcotraficantes y a campesinos pobres, y que perseguía a organizaciones subversivas como parte de las acciones de combate a la disidencia durante la guerra fría. El caso más emblemático que confirma esta relación es el de el asesinato de Enrique Camarena, un agente de la DEA que fue asesinado presuntamente por los líderes del Cártel de Guadalajara en 1985 por haber encontrado y quemado un plantío de marihuana. Sin embargo, años después se supo que el agente había sido asesinado en realidad por agentes del gobierno mexicano y de la CIA, debido a que descubrió un entramado en el que la CIA contrató al Cártel de Guadalajara, a través del entonces Secretario de Gobernación Manuel Bartlett (a quien AMLO aceptó dentro de su movimiento y lo designó director de la Comisión Federal de Electricidad en su administración), para usar un terreno en el que se entrenó a paramilitares que formarían lo que se conoció como la “Contra Nicaragüense”. [7]

6. Existen otros antecedentes sobre el inicio de la llamada “guerra contra las drogas”, como durante la revolución mexicana, en la que empresarios estadounidenses presionaron a su gobierno para prohibir la marihuana y hacer campaña contra ella como una manera de criminalizar a los mexicanos, o la deliberada introducción de drogas en los barrios donde operaba el Partido de las Panteras Negras. Sin embargo, una vez que el narcotráfico fue controlado por parte de las autoridades mexicanas y estadounidenses, Ronald Reagan comenzó una campaña para transicionar la narrativa de los enemigos de la seguridad nacional en Estados Unidos, en la que lentamente el comunismo dejaba de ser el principal enemigo de su país, y los narcotraficantes comenzaban a ocupar ese lugar. Es decir, que la propaganda en sobre la guerra contra las drogas se fue construyendo desde los años 80’s. Hoy los “enemigos de la seguridad nacional” de los Estados Unidos son muchos, y dependiendo del momento político, se señala a los narcotraficantes, a Rusia, a China, o al terrorismo. Recientemente hemos observado una tendencia a tratar de combinar las diferentes narrativas de “enemigos de la seguridad nacional” de los Estados Unidos, donde China supuestamente participa en el tráfico de fentanilo a través de México, o incluso disparates como una supuesta colaboración entre el Cártel de Sinaloa con el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas para cavar túneles como en el que habría escapado El Chapo Guzmán de la prisión del Altiplano en 2015.

7. La idea de que el narcotraficante es un hombre sumamente poderoso, influyente y sanguinario ha servido para confundir a la población sobre el verdadero enemigo, pues mientras este discurso justifica la militarización y los métodos de extrema vigilancia, al mismo tiempo, el Estado evade la responsabilidad de brindar seguridad. Otra consecuencia de esta narrativa es que genera lo que la escritora Naomi Klein llama “doctrina del shock”, es decir, que las personas aceptan cualquier salida, por más drástica que sea, a problemas tan graves como masacres indiscriminadas, como resultado del terror que provocan y motivadas por la desesperación, de modo que de esta forma se justifica la militarización. El terror que vive la población mexicana se puede ver en la forma en que las protestas se redujeron de manera significativa en el país a raíz de la imposición de esta guerra y la triste desarticulación de muchas organizaciones de izquierda, así como de organizaciones comunitarias de las zonas rurales.

8. Un aspecto contradictorio y sumamente importante de este fenómeno es lo que se conoce como “falsos positivos”, pues son muchos los casos en los que se reporta un enfrentamiento entre soldados con algún grupo criminal, en el que todos los supuestos delincuentes son abatidos, para después descubrir que por lo menos uno de ellos había sido secuestrado desde su casa por los soldados mismos horas o días antes de que se llevara a cabo el susodicho enfrentamiento. De la misma manera, hay casos en que la policía y el ejército se enfrentan con grupos del crimen organizado, y entre los abatidos del bando criminal se descubre que habían policías. Mucho tiempo se interpretó este hecho como una prueba de que las fuerzas del Estado estaban al servicio del narcotráfico, pero la hipótesis que sostenemos es que, en realidad, estos policías actuaban por consigna de sus superiores para crear un ambiente de violencia, y ya sea de manera deliberada, o por error, se terminaban enfrentando a sus mismos compañeros o a elementos de otras corporaciones. Este fenómeno también es conocido en Estados Unidos, donde policías encubiertos se “infiltran” entre narcos, y terminan enfrentándose a otros policías, además de que es común que en varios países, las bandas de secuestradores tienen por lo menos a un miembro que es policía, pero la escala a la que esto sucede en México se sale de toda proporción.

9. Otra contradicción de esta guerra es que el consumo de drogas ha aumentado visiblemente entre los jóvenes, y que desde el inicio de esta, cada vez es más fácil conseguir drogas sintéticas. Los reportes oficiales que narran los decomisos de droga en muchas ocasiones son fantasiosos, pues se exhiben supuestamente formas muy ingeniosas para esconder droga y llevarla a Estados Unidos, como meterla en las llantas de un auto, dentro del estómago de animales, o incluso con drones. Sin embargo, pensar en la cantidad de droga que puedan transportarse de esa manera y compararla con la enorme demanda que tiene Estados Unidos nos lleva a pensar en lo absurdo que eso suena. Aún cuando las drogas sintéticas se venden en miligramos, consideramos que para satisfacer esa enorme demanda es necesario que se transporte de manera mucho menos clandestina, bajo el control permanente de los aparatos de vigilancia y seguridad de aduanas, y con conocimiento de funcionarios públicos tanto de México como en Estados Unidos.

10. Dentro de la propaganda también existe un fuerte bombardeo cultural del fenómeno del narco. Antes de 2008, la música de banda era un gusto más característico de la zona norte del país, pero una vez que estalló la guerra, tanto la música de banda, como los “narco-corridos” se hicieron sumamente famosos. Las estaciones de radio prácticamente solo emiten actualmente narco-corridos, reggaeton y música pop estadounidense. Se han hecho numerosas películas y series de televisión retratando supuestas biografías y pasajes de la historia de narcotraficantes famosos, siempre con una perspectiva donde los protagonistas son soldados, policías y agentes de la DEA, y que son los buenos que se enfrentan a ingeniosos rufianes que tienen compradas a las autoridades mexicanas. Incluso en la serie “Narcos: México” de Netflix, un agente de la DEA da las sinopsis y los adelantos de la serie, casi como si él mismo la hubiera escrito. Los numerosos productos culturales que contienen el tema del narcotráfico glorifican tanto a los personajes que participan en esa industria como a los actores que supuestamente los combaten, distrayendo completamente a la población sobre la naturaleza de este fenómeno.

11. Una conclusión común entre casi todos los autores mencionados es que los lugares donde la violencia es mayor es porque existe algún proyecto extractivo que requiere generar una pacificación para permitir que empresas se apoderen de algún territorio donde poder hacerse de recursos naturales, ya sea gas, petróleo, minerales o madera, y debido a que el neoliberalismo dejó un importante porcentaje del país concesionado a multinacionales, lo único que detiene a estas empresas son personas o activistas que defienden dichos recursos, ya que desde hace muchos años existen conflictos referentes al territorio por parte de pobladores y comunidades. Este fenómeno en específico es bien conocido en toda América Latina, sin embargo, nunca había llegado al extremo de provocar un estado de violencia y terror a este grado, ni oculto bajo el telón de una guerra ni con un discurso que confundiera a la población de esta manera. Otra conclusión común entre los autores es que la información que conocemos del narcotráfico y los “cárteles” que provocan la violencia es toda brindada, ya sea por autoridades nacionales o por agencias estadounidenses, y que por tanto, al no ser verificables, deben de ponerse siempre en duda.

 

Cómo opera la guerra vs las drogas

 

12. En México existen diversos acuerdos con los Estados Unidos que sustentan su intervención en lo formal para llevar a cabo labores de inteligencia, seguridad, adiestramiento y venta de armamento, como la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) y la Iniciativa Mérida, conocida ahora como Entendimiento Bicentenario. Estos acuerdos incluyen entrenamiento de soldados y policías por parte de instituciones de Estados Unidos e Israel, así como venta de armas, equipo táctico y tecnología de espionaje. La DEA tiene una fuerte presencia en México, y ha encabezado detenciones de personajes como Ovidio Guzmán o El Mayo Zambada, y aunque mantiene una relación delicada con el gobierno mexicano, en lo general, son las agencias estadounidenses las que dictan la forma de operar en esta guerra.

13. La militarización desde el inicio de la guerra vs las drogas ha ido en crecimiento constante. Tanto Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum han dado cada vez más atribuciones al ejército, no solamente en temas de seguridad, sino también en obras públicas y empresas como una aerolínea comercial, así como la administración de las aduanas, del segundo aeropuerto de la Ciudad de México, de la construcción del Corredor Interoceánico y del Tren Maya. En el sexenio de Peña Nieto se intentó crear una gendarmería cuyo objetivo era la seguridad de los proyectos empresariales, además de una Ley de Seguridad Interior que le daba más atribuciones a los militares para tareas que normalmente solo hace la policía, sin embargo, debido a las fuertes protestas por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, así como muchas otras luchas que emprendió el movimiento de masas, su gobierno se fue a pique, relegando esa tarea a López Obrador, quien en 2018 ganó la presidencia prometiendo que los militares regresarían a sus cuarteles después de 6 meses de iniciar su gobierno. Pero al contrario, recuperó el proyecto de gendarmería y lo rebautizó como Guardia Nacional, para más tarde incorporarla a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). La tendencia militarista del gobierno mexicano desde 2006 trasciende a las administraciones en turno.

14. Los proyectos de extracción y de entrega de bienes nacionales al gran capital no cambiaron con el gobierno de AMLO, sino que, por el contrario, aumentaron. El Corredor Interoceánico, que parte a México en dos, sirve como una ruta para que Estados Unidos pueda transportar mercancías de costa a costa, mientras que el Tren Maya significó la privatización de tierras comunales en la península de Yucatán. AMLO se jactaba de que ya no daría más concesiones a empresas mineras, pero nunca canceló una sola, siendo que el territorio disponible del país ya está casi todo concesionado al capital multinacional. La empresa petrolera estatal PEMEX tiene como su principal contratista a Carlos Slim, el hombre más rico del país, quien tiene estrechos lazos con la burguesía estadounidense, por lo que, a pesar del discurso de Obrador de re-nacionalización del petróleo, de nacionalización del litio y de la industria eléctrica, los bienes de la nación continúan en el mercado capitalista. Esto es importante comprenderlo para entender también la guerra vs las drogas, pues el despojo de tierras como parte del proyecto imperialista de Estados Unidos está íntimamente ligado a la violencia paramilitar que normalmente es asociada al narcotráfico. Incluso, en el caso del litio, el imperialismo gringo cabildeó para que la empresa china Gangfeng Lithium, perdiera la concesión de la explotación de dicho mineral después de haber sido la principal empresa en ese ramo dentro de México.

15. La represión a los migrantes es también un aspecto importante en esta guerra. Cuando AMLO creó a la Guardia Nacional, su primera tarea fue ir a la frontera sur para detener una caravana de migrantes que se dirigían de Centroamérica a los Estados Unidos, volviéndola una extensión de la guardia fronteriza gringa. Los migrantes son unas de las principales víctimas de esta violencia paramilitar, y debido a su precariedad, su falta de documentos y a que sus familiares se encuentran en otro país, las desapariciones de migrantes muchas veces no se documentan ni se registran. Existen más de 70 mil cuerpos sin identificar que se almacenan en morgues y en tráilers, y se sospecha que muchos de estos cuerpos pertenecen a migrantes que fueron víctimas de militares o paramilitares, pero es sumamente difícil para sus familiares llegar a México a identificarlos. Todo esto sin mencionar que cada día se descubren nuevas fosas clandestinas donde se hallan restos enterrados, que esperan a ser identificados mediante tecnología forense. En México hay muchas organizaciones dedicadas a la búsqueda incansable de los restos de sus familiares desaparecidos, ante la posibilidad de que ya no se encuentren con vida, e incluyen a familiares de migrantes.

16. Federico Mastrogiovanni narra casos de desaparición forzada en la que el Estado está plenamente involucrado, ya sea, en el mejor de los casos, por omisión, pero en la mayoría, las autoridades tienen un grado importante de responsabilidad material, o son funcionarios públicos los mismos que llevan a cabo las desapariciones, ya sean policías o soldados. En el caso específico de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, se habla mucho sobre la posibilidad de que dicho crimen estuviera relacionado con el trasiego de droga hasta Chicago, debido a que la DEA dio información al respecto, y eso podría explicar la versión oficial, en la que la fiscalía y el gobierno aseguran que los estudiantes fueron entregados a un grupo criminal por parte de policías municipales, y descartar el papel que jugó el ejército en su desaparición para evitar que la reputación de dicha institución sea manchada. Sin embargo Mastrogiovanni hace una reflexión que muchos marxistas que hemos tenido la oportunidad de charlar con sobrevivientes de la noche de Iguala también nos hemos hecho, pues los estudiantes de la normal ya representaban una amenaza para el Estado mexicano y eran continuamente reprimidos antes de este crimen que sucedió en 2014, y la terrible desaparición de estos jóvenes bien pudo haber sido un acto directamente hecho por el Estado, sin necesidad de pensar que grupos criminales, ajenos al Estado, pudieran estar involucrados, pues el ejército mexicano ya tiene un largo historial de desaparición forzada que perfectamente encaja con el perfil de lo que le sucedió a los estudiantes. Las escuelas normales rurales mexicanas están adheridas a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, una organización que se asume marxista y que lucha por la educación pública, gratuita y popular, además de que regularmente realizan acciones directas en las que se enfrentan con las fuerzas represivas del Estado. Existe también un antecedente cercano, cuando en 2011 policías federales vestidos de civil abrieron fuego contra estudiantes de esta misma escuela durante un bloqueo en la carretera México-Acapulco, matando a dos jóvenes alumnos.

17. La detención arbitraria de personas pobres y su criminalización son también parte importante de cómo opera la guerra contra las drogas. En 2005 se hizo famoso un caso en el que la ahora extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), detuvo, en vivo por televisión, a una banda de secuestradores en la que se encontraba una ciudadana francesa. Años más tarde, se descubrió que esa detención ya se había dado antes de la transmisión en vivo, y que lo que se mostró en televisión había sido solamente un montaje para limpiar la cara de la corrupta policía mexicana. En 2006, Genaro García Luna, el policía que estuvo al frente de ese montaje, se hizo secretario de Seguridad Pública, y ahora enfrenta una sentencia de 38 años en prisión después de haber sido detenido y juzgado por la fiscalía estadounidense, por el delito de conspiración para permitir el tráfico de droga del Cártel de Sinaloa. Se supo también, después de una investigación, que la banda de secuestradores que detuvieron, llamada “Los Zodiaco”, no existía, y que los detenidos en el montaje eran inocentes. El gobierno francés logró rescatar a su compatriota, pero actualmente Israel Vallarta se encuentra detenido sin pruebas y sin sentencia. A pesar de que su caso es ampliamente conocido, el gobierno mexicano ha decidido no hacer nada para liberarlo. Así como Vallarta, existen muchos casos similares de personas que han sido detenidas como un falso positivo, en el que nunca se les comprueba su culpabilidad, pero permanecen en prisión debido a enredos burocráticos que aquí en México se le conocen como “prisión preventiva oficiosa”. Este modus operandi favorece a la decena de prisiones privadas que existen en México, ya que estas se benefician de tener una mayor población, además de que el 80% de presupuesto a cárceles es acaparado por las prisiones privadas. Este es un modelo neoliberal de negocios que se ha visto que ha proliferado en El Salvador bajo el gobierno de Nayib Bukele, quien ha replicado la guerra vs las drogas en una narrativa de combate a las pandillas. Es común también la criminalización de jóvenes que consumen drogas, ya sea por posesión, o solo por su aspecto, y es muy común que policías y soldados siembren droga en la ropa de sus víctimas para poder detenerlos.

18. Dentro de la guerra contra las drogas existe una tendencia a crear chivos expiatorios entre los mismos funcionarios públicos que la operan, de forma que, cada administración desde 2006 a la fecha, ha sido manchada por la operación de esta guerra de una u otra forma. El mencionado Genaro García Luna fue un fiel siervo de la política de intervención estadounidense, pero terminó detenido por autoridades norteamericanas, acusado de ser cómplice de El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada. De igual manera, el general Salvador Cienfuegos, el jefe de la SEDENA en el gobierno de Peña, fue detenido en Los Ángeles en 2020, acusado de narcotráfico por el gobierno de Estados Unidos. Los primeros días después de su detención, el gobierno mexicano se vio receptivo y pasivo, pues parecía que no tenía mucho qué decir y solo esperaba a que la justicia estadounidense se encargara de él, pero semanas después, el gobierno mexicano cambió drásticamente de opinión, y maniobró hasta lo imposible para pedirle al gobierno de Estados Unidos que lo liberaran, prometiendo que en México sería juzgado. Lograron traer a Cienfuegos a México, e inmediatamente fue exonerado por la fiscalía, y el documento que la DEA presentó como prueba de su culpabilidad fue exhibido en conferencia de prensa, supuestamente dando evidencia de que las pruebas que tenía la DEA eran falsas, a pesar de que el documento mostrado se encontraba censurado en un 80%. Actualmente, Rubén Rocha Moya, el gobernador de Sinaloa se ha visto envuelto en un escándalo, pues se supo que tenía reuniones periódicas con El Mayo Zambada antes de que el segundo fuera detenido en territorio mexicano por la DEA. La detención de El Mayo detonó una oleada de violencia en Sinaloa como no se ha visto en muchos años, y a pesar de que en su momento el obradorismo le brindó todo su apoyo a Rocha, hoy está políticamente aislado, y se espera que una vez que termine su mandato sea el próximo funcionario mexicano en ser objetivo de la justicia estadounidense. Caben muchas preguntas al respecto, pero lo que podemos decir, es que García Luna, Cienfuegos y Rocha son peones en el juego de ajedrez que representa este mecanismo intervencionista, exactamente igual que El Chapo, El Mayo, y todos los narcotraficantes que han sido “los más buscados”, “los jefes de jefes”, los que han sido capturados y encarcelados, o incluso convertidos en “testigos protegidos”, así como también los que han sido asesinados. De igual manera, a pesar de que a los gobernantes les preocupa mucho su imagen y que buscan evitar ser vinculados al narcotráfico, sabemos que el Estado está constituido por varias instituciones, y no solamente por lo que conocemos como el gobierno o la administración pública, por lo que no sería descabellado pensar que algunas instituciones del Estado empujen hacia una dirección diferente a la del gobierno en turno y provoquen algunas fricciones o que incluso se conspire desde alguna institución directamente con las autoridades estadounidenses, pasando por el encima de otras. En ese sentido, hemos visto que las fuerzas armadas se han colocado a un nivel incluso superior al gobierno, y que el poder que tienen las instituciones de seguridad poco a poco está dándole una supremacía con respecto a los demás poderes e instituciones del Estado, dirigiéndonos lentamente a un régimen bonapartista dominado por el ejército, con el imperialismo yanqui detrás.

19. Los feminicidios han sido otra característica dolorosa de esta guerra. México es el país con más feminicidios en el continente, y el clima de violencia generalizada ha provocado una descomposición social en la que los feminicidas no solamente son parte de grupos paramilitares, criminales o agentes del Estado, sino sobre todo personas cercanas a las víctimas, como sus mismos familiares, parejas y ex parejas, o amigos. Sin embargo, existe también una correlación importante entre el aumento de estos crímenes y la complicidad de autoridades con los perpetradores, especialmente cuando se trata de impunidad. Por el contrario, cuando ha existido un reclamo al Estado por parte de familiares de las víctimas, el Estado responde con medidas represivas, desde disuadirlos de dejar de insistir, hasta asesinarlos. Un caso ejemplar de esto es el de Maricela Escobedo, madre de Rubí Frayre, quien fue asesinada después de haber luchado por justicia por el feminicidio de su hija en 2010. Actualmente el movimiento de mujeres que luchan por justicia para otras mujeres asesinadas es uno de los más fuertes y articulados de México, y han tenido que enfrentar la criminalización y la represión del Estado.

20. La tecnología y el armamento que se comercia mediante los acuerdos firmados por el gobierno incluyen a Israel como proveedor. El programa de espionaje Pegasus se ha utilizado para espiar a activistas, defensores de derechos humanos y periodistas, y a pesar de que el gobierno de AMLO negó completamente que se siguiera usando, hay pruebas de que el ejército sigue adquiriéndolo del proveedor sionista y usándolo todavía en periodistas y activistas. El armamento israelí que se ha comprado ha aparecido en las manos de los grupos criminales, y existe un antecedente de tráfico de armas conducido por las autoridades estadounidenses para supuestamente rastrearlas y así atrapar a los narcotraficantes, pero estás terminaron siendo usadas en diferentes masacres. El caso más famoso de estás maniobras es conocido como “Operación Rápido y Furioso”.

21. El hostigamiento a comunidades organizadas ha sido otra característica de la guerra contra las drogas. Los casos más conocidos de comunidades que han podido defenderse de los paramilitares, han sufrido el constante asedio y ataque de estos, los cuales supuestamente disputan una plaza, o una ruta para el tráfico de drogas, en donde llegan incluso a utilizar drones para bombardearlos. Comunidades como Cherán, Ostula, la región de la montaña de Guerrero y Pantelhó, han combatido y repelido valientemente a los paramilitares que los han acechado mediante la vía armada, pero sobre todo, con ayuda de sus tradiciones de organización comunitaria por usos y costumbres, en las que eligen a sus autoridades de manera democrática y se gobiernan mediante el método asambleario. Esto último les ha permitido resistir desde hace varios años los embates tanto de los grupos paramilitares como del Estado. Sin embargo, lo que ha limitado a estas comunidades ha sido su aislamiento político, pues desafortunadamente no han podido expandir su forma de organización a otros lugares donde la gente ha cedido al terror.

22. La violencia no solamente se manifiesta en zonas rurales o donde existen proyectos extractivos, sino que también en las grandes ciudades se dan enfrentamientos y masacres. Si bien no es posible relacionar un proyecto extractivo con un incremento en la violencia en alguna gran ciudad, también es real que muchos grupos paramilitares se financían de extorsionar a dueños de pequeños negocios, cobrando lo que en México se le conoce como “derecho de piso”, y que cuando una empresa pequeña es forzada a cerrar por no poder pagarlo, llegan otras empresas más grandes, o incluso multinacionales, en su lugar. Donde antes existía la tienda de la esquina, aparece una tienda de conveniencia que pertenece a una gran cadena. De esta manera, se destruyen fuerzas productivas, pero aparecen otras nuevas para cerrar un ciclo de acumulación capitalista. La violencia en las ciudades grandes abona además a la confusión, la desmovilización de las clases oprimidas, y la presencia cada vez mayor de los aparatos de seguridad, los cuales frecuentemente se suman a las prácticas de extorsión, especialmente los cuerpos de policía.

 

Cómo enfrentar esta guerra

 

23. La guerra contra las drogas la caracterizamos como una guerra imperialista, cuyo objetivo es la aceleración de ciclos de acumulación capitalista, mediante la expropiación violenta de comunidades y pueblos, y que además busca la industrialización acelerada de México y Centroamérica para crear un corredor industrial que compita económicamente con China. Al mismo tiempo, la guerra contra las drogas ha funcionado como una contrarrevolución ante la ola de protestas y levantamientos populares que existieron en México en el año 2006 y como una manera de prevenir la organización posterior de los oprimidos. En esta guerra, no solamente el imperialismo yanqui es nuestro enemigo, sino también el Estado nacional cómplice, por lo que todas las fuerzas armadas del Estado son también enemigos de las clases oprimidas. Desgraciadamente ya sufrimos la experiencia de intentar detener estas masacres a través de la democracia burguesa, confiando en un frente popular en forma de partido que terminó traicionando al pueblo, y ya que esta violencia sin freno es una política de Estado, es hora de dejar de exigirle al Estado de forma pasiva que detenga su guerra contra el pueblo, pues esto no nos ha llevado ni nos llevará a ningún lado. La táctica que se debe de emplear es seguir los ejemplos que han funcionado a nivel local para frenar a los grupos paramilitares, es decir, los grupos de autodefensas y las policías comunitarias, acompañando este enfrentamiento con movilizaciones de masas y huelgas generales.

 

24. Las experiencias mencionadas son solamente un ejemplo de muchas que han surgido en todo el país de manera esporádica. Las Policías Comunitarias de la montaña de Guerrero y los grupos de autodefensas de Michoacán y Chiapas han sido las experiencias más avanzadas en ese aspecto, sin embargo, también existieron otros casos de autodefensas en los que se terminaron degenerando, o inclusive nacieron deformadas. En el mismo estado de Michoacán se hizo muy famoso un grupo de autodefensas liderados por el Dr. Manuel Mireles e Hipólito Mora, pero en este caso no se trataba de comunidades indígenas ni pueblos originarios, sino de pequeños latifundistas que ante la desesperación de ver su propiedad en peligro, decidieron armarse y luchar. Su forma de organización era bastante hermética, a pesar de que daban numerosas entrevistas en medios de comunicación, y su composición de clase era principalmente pequeñoburguesa, además de que desconocían por completo el método asambleario, por lo que los liderazgos generaron rencillas internas y eventualmente se dividieron en varios grupos. Algunos fueron cooptados por el Estado para conformar una guardia civil, y otros se integraron con otros paramilitares. Este tipo de experiencias degeneradas deben también ser ejemplo de lo que no se debe hacer para enfrentar la guerra contra las drogas.

25. Sin embargo, debido a que nos enfrentamos al Estado en su conjunto, la formación de grupos de autodefensa no es suficiente para poder transformar la guerra contra el narco en una guerra civil revolucionaria, sino apenas una etapa necesaria en esta lucha. Es importante vincular el movimiento de masas en defensa del territorio con el movimiento obrero, así como con las organizaciones de familiares de desaparecidos, de migrantes y de trabajadores que viven en los Estados Unidos. Para ello se requiere de un paciente trabajo de agitación y propaganda militante, pero también la discusión de tácticas y estrategias necesarias para formar los grupos de autodefensas necesarios en todos los lugares donde las clases oprimidas puedan organizarse. Además del frente de batalla armado, se deben de crear otros frentes con movilizaciones masivas y huelgas, así como comités de lucha y acción que realicen boicots activos a las compañías multinacionales que extraen recursos de las zonas en conflicto. La lucha no es únicamente contra los militares y grupos paramilitares, sino que estos son el brazo armado del gran capital imperialista, por lo que la lucha debe ser también dirigida a la expropiación de industrias estratégicas que se benefician de esta guerra.

26. Los autores mencionados en cuyos trabajos periodísticos y de investigación basamos nuestra tesis, consideran que esta guerra tiene muy poco que ver con el tráfico de drogas. Sin embargo, como mencionamos anteriormente, las drogas se han vuelto mucho más accesibles a raíz del inicio de esta guerra encubierta, además de que, a pesar de que los grupos del narcotráfico no son lo que la propaganda nos dice, desde luego que juegan un papel, por lo que no podemos simplemente sacarlos de la ecuación. La adicción a las drogas es un problema de salud pública serio que nunca se ha atendido adecuadamente en el modo de producción capitalista, y en esto tienen mucho que ver las industrias farmacéutica y alimentaria globales. Consideramos el creciente mercado de drogas no solamente como una industria muy lucrativa, sino también como un mecanismo de la clase dominante, tanto para que ellos tengan una alternativa recreativa ante su vacío modo de vida basado en explotación y muerte de las clases oprimidas, como también un mecanismo para mantener a la juventud pobre y trabajadora alienada. Aunque el mercado de las drogas no esté controlado por los narcos que nos dicen en los medios de comunicación, sino por el imperialismo en su conjunto, es cierto que en América Latina es de dónde se obtiene mucha de su materia prima, ya que obedece a la misma lógica imperialista de transferencia de valor del sur al norte global. Si bien nos pronunciamos contra la criminalización del uso de las drogas, también consideramos que su consumo es sumamente nocivo para las clases oprimidas, por lo cual consideramos necesario eliminar este mercado en la medida de lo posible mediante las formas que sean convenientes, dando alternativas a las personas más pobres que se dedican a su producción agrícola y a quienes participan en esta cadena de producción como víctimas de esta industria, ya sea de forma directamente esclavizada, o por falta de oportunidades. Creemos necesario ofrecer alternativas a las personas que sufren de adicciones, evitando su criminalización y dando tratamiento con una perspectiva de salud pública, pero también consideramos necesario combatir el mercado de las drogas, y que los grupos de autodefensas también sean un mecanismo para expulsar a las personas que venden drogas dentro de nuestras comunidades.

27. Concluimos recalcando que para combatir esta intervención imperialista de muerte y terror, es necesario primero comprender lo que ésta esconde tras su máscara de guerra contra las drogas, formar comités de autodefensa basados en experiencias nutritivas que actualmente existen, y combinarlas con un movimiento nacional contra la guerra, encabezado por víctimas directas e indirectas, familiares de asesinados y desaparecidos, y comunidades en resistencia, así como con comités de acción y huelgas generales.

¡Transformemos la guerra contra el narco en guerra civil revolucionaria!


[1] Capitalismo Antidrogas: una guerra contra el pueblo (2014), Guerra Neoliberal: desaparición y búsqueda en el norte de México (2020)

[2] Los cárteles no existen (2018), La guerra en las palabras: una historia intelectual del narco (1975-2020) (2022)

[3] Los Zetas Inc.: La corporación delictiva que funciona como empresa transnacional (2018)

[4] Ni vivos ni muertos: la desaparición forzada en México como estrategia de terror (2015), Ayotzinapa y nuestras sombras (2024)

[5] Levantones, narcofosas y falsos positivos (2011)

[6] No confundir con la serie de golpes militares respaldados por Estados Unidos en el cono sur llamada también "Operación Cóndor" o "Plan Cóndor".

[7] Ver en Luis Chaparro y Jesús Esquivel: A Camarena lo ejecutó la CIA, no Caro Quintero, en Revista Proceso No. 1928, 13 de octubre de 2013, p. 6-9. Se puede descargar este ejemplar en este enlace.

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