El nuevo gobierno de Donald Trump, la crisis del régimen bipartidista y la posibilidad de una guerra directa con China
Por Juan Giglio (Convergencia Socialista, sección argentina de la CCRI)
Ganó Trump las elecciones estadounidenses con una diferencia importante, si se tiene en cuenta las encuestas, que, mayoritariamente, hablaban de un “empate técnico”. ¡Los encuestólogos no tuvieron en cuenta que amplios sectores de la población expresaron su bronca contra el gobierno de Biden -del cual Kamala continúa siendo su vicepresidenta- porque responsabilizan a los demócratas por la caída del nivel de vida del conjunto!
En ese sentido, el discurso populista de Donald Trump -“hacer grande a Norteamérica nuevamente”- se dirigió principalmente a la clase trabajadora y los sectores del pueblo más empobrecidos por el ajuste demócrata, a quienes les prometió “proteger” la industria, los puestos de trabajo y salarios, amenazados por el avance de la competencia internacional, principalmente la que proviene de China.
El movimiento de masas yanqui no optó por una variante más “derechista” que aquella que expresan los demócratas, cuyas políticas no tienen nada que envidiarles a las que impuso Trump en su primer mandato, en cuanto a su carácter reaccionario. Los y las de abajo, que se volcaron mayoritariamente a favor del ex presidente, lo hicieron, porque creen -equivocadamente- que con los republicanos en el poder estarán en mejores condiciones de preservar sus conquistas laborales y sociales.
Trump, que no podrá garantizar estas expectativas, deberá gobernar el país en el marco de un régimen -la democracia bipartidista estadounidense- que está cada vez más en crisis. Y, además, en el marco de una situación económica que lo obligará -si quiere mantener la hegemonía yanqui- a avanzar hacia una guerra más que comercial con China, una contienda bélica clásica, porque, hoy por hoy, es la única posibilidad que tiene Estados Unidos de frenar su avance voraz sobre todos los mercados.
La política de Trump hacia Putin, con quien se ha mostrado amigable, no elimina las contradicciones que seguirán existiendo con la Rusia imperialista del ex agente de la KGB. El objetivo del ahora reelecto presidente de los Estados Unidos no es otro que el de concentrarse en la pelea de fondo, contra el imperialismo que coordina todas sus acciones desde Pekín.
Donald Trump retomará en control del Salón Oval en un contexto local crítico, que dará lugar a grandes conflictos sociales. La combinación entre esta realidad, el conflicto con China y el comienzo de un nuevo ascenso obrero a nivel mundial, harán temblar las estructuras yanquis. Esto, más allá de las características particulares del nuevo gobierno, es una buena noticia para las semicolonias, que enfrentarán a uno de sus principales enemigos en inmejorables condiciones.
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