Entre la realidad y la ficción

Una crítica a la “Cuarta Transformación” de México

 por Ruben Jaramillo y Héctor A. Rivera, 01 de octubre de 2023

 

Nota del comité editorial: Este artículo fue publicado originalmente en idioma inglés en la revista Tempest, sin embargo, agregamos la nota al pie No. 3 para tener un mejor contexto sobre lo que está escrito. Asimismo, agregamos un comentario sobre las conclusiones, haciendo notar que los socialistas no debemos limitarnos a luchar por mejores reformas o por defender las que han sido concedidas por gobiernos burgueses, sino que debemos tener siempre en mente que nuestra principal tarea es la de liderar una revolución socialista para que la clase obrera y los oprimidos del mundo tomen el poder.

 

En este artículo, Rubén Jaramillo y Héctor A. Rivera examinan críticamente el impacto de la "Cuarta Transformación" bajo el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

 

Desde 2018, México ha experimentado un enorme cambio político liderado por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO u Obrador) y su partido político, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Junto con partidarios de otros partidos políticos, la sociedad civil y la clase capitalista, AMLO ha estado construyendo un nuevo régimen político y llevando a cabo un proyecto de desarrollo político denominado Cuarta Transformación (4T). Si bien hay una diferencia considerable en la forma en que el gobierno se comunica, en cómo se manejan las finanzas públicas y en la forma en que se implementan las políticas públicas, la 4T no ha logrado la transformación que pregona AMLO.

 

Las primeras tres transformaciones fueron la Guerra de Independencia de México contra España después de 1810, la victoria liberal sobre las fuerzas conservadoras y francesas en la década de 1860, y la Revolución Mexicana que se desarrolló entre 1910 y 1920. Es importante señalar que las transformaciones previas que AMLO invoca para legitimar su proyecto se produjeron a través de la movilización masiva de la población para destruir el viejo orden y crear una sociedad más justa. Sin embargo, bajo AMLO, el viejo orden ha regresado al redil, como es el caso de muchos políticos que abandonaron sus partidos para unirse a AMLO, o el ejército que ha sido rehabilitado y fortalecido.

 

A medida que se acerca el final del mandato de Obrador [el presidente de México se limita a cumplir un solo mandato de seis años], hacemos un balance de la Cuarta Transformación y nos centramos en varias políticas y proyectos de desarrollo que el gobierno ha llevado a cabo. Como argumentaremos, el nuevo régimen pretende gobernar para el pueblo (“Por el bien de México, primero los pobres”, dice AMLO), pero en realidad gobierna en nombre de los intereses de la clase dominante estadounidense y mexicana.

 

Propaganda y hechos

 

La imagen de la Cuarta Transformación (4T) tal como la retratan sus simpatizantes de la izquierda internacional contrasta enormemente con la realidad. El gobierno de AMLO ha querido crear la idea de que es una fuerza que lucha por la emancipación latinoamericana como una fuerza antiimperialista, cuando en realidad es todo lo contrario.

 

Las políticas del actual gobierno de México son un reflejo de las políticas nacionalistas seguidas antes del giro neoliberal que azotó a México de 1985 a 2018. Esta administración persigue un proyecto de desarrollo capitalista, pero sin los beneficios del bonapartismo de la era posterior a la revolución y con toda la subordinación económica y política al imperialismo estadounidense, aunque con la libertad discursiva para apoyar movimientos progresistas y revoluciones en otros países.

 

Los representantes del obradorismo en realidad sienten nostalgia por ese período en el que el partido-Estado tenía control total de todas las instituciones y corporaciones estatales, pero carecía de cualquier tipo de democracia obrera y estaba controlado por burócratas y charros (líderes sindicales corruptos que pastoreaban a los trabajadores como si fueran ganado).

 

Esta nostalgia se nota en el perfil de quienes son los principales representantes del obradorismo. Por ejemplo, el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López, fue militante del PRI hasta 2001. El secretario de Relaciones Exteriores de AMLO, Marcelo Ebrard, también fue militante del PRI hasta 1995, y luego se unió al Partido Centro Democrático hasta el año 2000. Su primer secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, fue funcionario durante el sexenio de Carlos Salinas y formó parte de la Fundación Azteca, propiedad del Grupo Salinas, que pertenece al multimillonario Ricardo Salinas Pliego. De hecho, muchos de los miembros de MORENA que han llegado a ser gobernadores también provienen del PRI, que es la cuna y campo de formación política de estos políticos.

 

Este deseo de regresar al llamado “Estado de Bienestar” no es un movimiento disruptivo ni va contra la corriente del neoliberalismo. Por el contrario, es precisamente una expresión más de una tendencia mundial a volver a un mayor control estatal de algunos aspectos claves de la economía en respuesta a las crisis económicas que han golpeado a la economía mundial desde 2008. Sin embargo, en México ha habido pocos avances en esa dirección, y todavía hay una lucha muy grande entre facciones burguesas que no aceptan del todo esta nueva tendencia. Es por eso que el gobierno aún intenta consolidar esta transición, apoyándose no sólo en las instituciones, sino también en los acuerdos con el imperialismo estadounidense y el apoyo popular centrado en la figura de AMLO.

 

Algunos mitos que refuerzan esta idea falsa son más fáciles de refutar que otros, pero intentaremos ilustrar lo mejor que podamos estas contradicciones entre propaganda y hechos.

 

Un falso antiimperialismo

 

México es un país semicolonial que ha estado subyugado por Estados Unidos desde que este último se convirtió en una potencia imperialista. Sin embargo, gracias a tratados de libre comercio como el TLCAN, varias empresas mexicanas se convirtieron en corporaciones multinacionales y la burguesía mexicana pudo luego negociar con otros países imperialistas europeos e incluso con China para expandir su mercado, utilizando el gasto público del gobierno mexicano, sus instituciones y empresas estatales como trampolín hacia los mercados globales.

 

Parte de los logros recientes de la burguesía fue la entrada de capital europeo a la industria energética con la que las empresas mexicanas pudieron hacer grandes negocios, pero que amenazaba a la industria petrolera nacional y, a su vez, a la hegemonía de la industria gringa sobre los mercados energéticos en el continente americano. El control estadounidense de este sector se ha mantenido a pesar de que varias compañías petroleras latinoamericanas son de propiedad estatal y, en algunos casos, tienen inversores rusos. Washington ha tenido que expulsar el capital extranjero de estas industrias, y el discurso nacionalista de AMLO ha cumplido bien ese propósito. Por supuesto, a México le ha convenido expulsar de la industria petrolera nacional a corporaciones europeas como Iberdrola, Unión Fenosa, Shell y BP, así como poner a trabajar las refinerías en favor de una mayor producción de derivados del petróleo, pero en última instancia esto es una política que conviene a los intereses estadounidenses. Además, la industria petrolera nacional todavía depende en muchos sentidos del capital privado, ya que uno de los principales proveedores de infraestructura de PEMEX es Grupo Carso, propiedad de la persona más rica de México, Carlos Slim.

 

Esta política también se ha aplicado a la extracción de litio. El principal extractor de litio en México fue una empresa china, Gangfem Lithium, a través de su filial Bacanora Lithium. Ahora ha cerrado gracias al decreto de nacionalización del litio que tuvo lugar en mayo de 2022. Contradictoriamente, este decreto todavía permite la entrada de capital extranjero y fue presionado por funcionarios y empresarios estadounidenses. Posteriormente, el gobierno anunció con orgullo la construcción de una planta de Tesla en Monterrey, la capital del estado de Nuevo León. [1]

 

La política de seguridad y militarización del gobierno de AMLO también es reveladora. Desde la década de 1970, las fuerzas armadas y la policía de México han sido asesoradas y entrenadas por instituciones estadounidenses como la CIA, el FBI y la Escuela de las Américas para llevar a cabo tareas de contrainsurgencia. Estos vínculos han sido muy fuertes. Por ejemplo, las fuerzas armadas mexicanas continúan operando bajo el llamado “Comando Norte”. Rechazamos la idea de que la militarización como parte de la “estrategia de lucha contra las drogas” sea un proceso progresivo (no discutiremos si la militarización de la seguridad pública es de repente un acto progresista o no, porque simplemente no lo es), y es específicamente una política impuesta por Washington. Esto resultó en el estallido de violencia en 2007 bajo el gobierno de Felipe Calderón en forma de un tratado llamado “Iniciativa Mérida”, el cual ha sido denunciado por AMLO en varias ocasiones, pero no ha hecho nada para ponerle fin y solo ha cambiado su nombre por el de “Entendimiento Bicentenario México-Estados Unidos”.

 

Lo que hizo el gobierno de la 4T fue simplemente utilizar el apoyo popular de AMLO para justificar un avance en la política de intervención gringa en materia de seguridad a través de la “Guerra contra las Drogas”, a pesar de que el presidente la declaró terminada. Prueba de ello es el primer uso que se le dio a la Guardia Nacional luego de su creación, pues no era para combatir el narcotráfico, sino para frenar las caravanas de migrantes centroamericanos que intentaban ingresar por la frontera sur con Guatemala.  Y esa es la verdadera naturaleza de la Guardia Nacional, así como del ejército: ser un brazo armado extendido de las intervenciones yanquis en México.

 

Tanto desde los integrantes de MORENA como desde el propio AMLO se intenta generar la idea de que el imperialismo gringo asedia al gobierno mexicano en alineación con personalidades de derecha para dar un “golpe suave”, supuestamente debido a que existe un gran malestar entre los empresarios estadounidenses y mexicanos que ven afectados sus intereses por este gobierno. No podemos ignorar que hay cambios en la administración pública que han afectado algunos negocios que eran manejados con una corrupción escandalosa, pero pensar que estos cambios son de tal magnitud que han trastornado los intereses de la clase dominante mexicana y estadounidense es ridículo, por decir lo menos. Ahora estamos a poco más de un año del final del mandato de seis años de López Obrador, y dado que México no puede tener legalmente más de un mandato presidencial, no tendría sentido querer destituirlo de su cargo en este momento.

 

Por supuesto, hay un sector empresarial que siempre ha detestado a AMLO, y en varios medios (El Universal, Reforma, El Financiero, Radiofórmula y LatinUS) hay constantes ataques políticos, pero no hay un descontento generalizado entre la burguesía mexicana con el presidente. Por ejemplo, las principales corporaciones de televisión Televisa y TV Azteca no son tan antagónicas. Por el contrario, la relación ha sido bastante fructífera entre AMLO y los capitalistas más ricos de México, llena de frecuentes cenas de negocios donde el presidente se jacta repetidamente de nuevas iniciativas.

 

Megaproyectos para el desarrollo capitalista

 

Como parte de la pomposamente denominada Cuarta Transformación, el gobierno también está llevando a cabo grandes megaproyectos en partes del país que históricamente han sido desinvertidas. Si bien el gobierno argumenta que estos proyectos son una forma de reparación y justicia social para estas comunidades, en verdad estos proyectos son viejas agendas priistas o nuevos proyectos para expandir el extractivismo en todo el territorio.

 

Desde sus inicios, Obrador ha buscado reintroducir grandes megaproyectos financiados por el Estado como piezas centrales de la 4T. Su principal proyecto de transporte y turismo ha sido el llamado “Tren Maya” que atravesará los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, con 15 estaciones y 950 kilómetros de vía. Este proyecto es liderado por la Secretaría de Turismo que encabeza Miguel Ángel Torruco, cuñado de Carlos Slim, y junto con nuevos aeropuertos y hoteles pretende detonar la industria turística en el sureste mexicano expandiéndola más allá de las playas de Cancún y Playa del Carmen. Estos proyectos alojarán a los turistas y los distribuirán hacia el interior de la península de Yucatán, donde podrán visitar ruinas mayas y pueblos coloniales a lo largo de la ruta.

 

Aunque el presidente sostiene que este proyecto tendrá un impacto mínimo en el medio ambiente, sus operaciones masivas remodelarán toda la economía del sureste. Esto traerá consigo turismo de masas, cadenas hoteleras y especulación inmobiliaria a lo largo del recorrido. Además, el tren atraviesa reservas naturales, tierras colectivas y comunidades indígenas que no han visto la penetración del turismo a esta escala. Para satisfacer la demanda de las multitudes de turistas, las tierras públicas también serán privatizadas y entregadas a agronegocios y desarrollos inmobiliarios. Los impactos del turismo masivo ya se sienten en Cancún y las ciudades cercanas, donde la destrucción de los manglares, el hábitat de la vida silvestre y la contaminación de las capas freáticas por las alcantarillas ya son un problema. Además, hechos consumados para marginar a los ambientalistas y obstaculizar a la oposición.

 

Además de la expansión del turismo de masas, el Tren Maya también ampliará el alcance de los militares al crear la corporación estatal Olmeca-Maya-Mexica, que será administrada por los militares. La cual está construyendo grandes tramos de este proyecto y cuando esté terminado, operará cinco aeropuertos, seis hoteles, un ferrocarril y una nueva aerolínea. AMLO sostiene que las ganancias de esta empresa frenarán la corrupción ya que serán reinvertidas en estos proyectos y pensiones militares. Sin embargo, la amplia participación de los militares en estos proyectos tiene como objetivo comprar su lealtad, especialmente los altos mandos, e inscribirlos en los planes del nuevo régimen de nacionalización de infraestructuras que serán más difíciles de privatizar.

 

En general, la Cuarta Transformación de AMLO no es una alternativa a los dictados del capitalismo fósil. Según Víctor Manuel Toledo, extitular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la 4T no tiene un conjunto claro de objetivos con visiones hacia el desarrollo de largo plazo. Por el contrario, el exsecretario sostuvo que la 4T está llena de contradicciones y luchas de poder que se juegan en el gabinete del presidente. Como proyecto de desarrollo, el Tren Maya es un caso clásico de solución espacial del capital, que es una estrategia para resolver la crisis del capitalismo proyectándolo hacia nuevos espacios de inversión e iniciando nuevas rondas de rentabilidad a través de la expansión geográfica del capital en zonas previamente subdesarrolladas. El resultado será un mayor ecocidio en el sureste y la mercantilización de la historia y la cultura mayas al servicio del turismo de masas. Al fin y al cabo, el Tren Maya reproducirá el modelo turístico que México ha sido pionero desde los años 70. Esto equivaldrá a trabajadores mal pagados que atienden los caprichos de gringos durante sus vacaciones.

 

Otro gran proyecto de infraestructura ha sido la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, que forma parte de la política de AMLO de expandir la industria energética como pilar de la economía nacional. Como pieza central de su proyecto de desarrollo nacional, Dos Bocas no es sólo una refinería sino el ancla de un creciente complejo petroquímico en la región que suministrará energía a los estados atravesados ​​por el Tren Maya y el Corredor Interoceánico.

 

Para la construcción de este megaproyecto se anunció una inversión de $8 mil millones de dólares, pero actualmente se menciona que su costo ya ascendió a $17 mil millones de dólares. [2] Parte del dinero invertido en la infraestructura de este enorme complejo industrial ha sido destinado a contratos con Grupo Carso, quien mantiene un gran poder como vendedor de PEMEX. Para la construcción de esta refinería fue necesario destruir todo un bosque tropical de aproximadamente 350 hectáreas, que contenía una diversidad de manglares.

 

El tercer gran proyecto de infraestructura al que AMLO ha priorizado es el Corredor Interoceánico. El proyecto incluye la ampliación de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, una vía férrea mejorada, rutas viales y diez parques industriales –zonas francas de maquila– a lo largo del Istmo. AMLO ha argumentado que estos megaproyectos también están diseñados para mantener a las poblaciones migrantes en el lugar y evitar que los migrantes centroamericanos se trasladen al norte, ya que, aparentemente, estarán dispuestos a trabajar por los salarios de hambre que se ofrecerán en estas fábricas.

 

Aunque el nuevo centro logístico no puede competir con el Canal de Panamá, su objetivo será desviar mercancías que puedan descargarse en el puerto de Salina Cruz en el Pacífico y cargarse en barcazas o buques portacontenedores intermodales en Coatzacoalcos, y hacia la costa este de Estados Unidos con el objetivo de quitarle entre el 10 y el 20 por ciento del tráfico del Canal de Panamá.

 

Además, la estrategia de AMLO es anticipar las necesidades de infraestructura de un desacoplamiento de las economías de Estados Unidos y China. Habla abiertamente de esta brecha como una oportunidad para que México, Estados Unidos y Canadá se integren a través del nearshoring para oponerse a la dominación económica de China. [3] Este es el tipo de desarrollo que AMLO imagina, maquiladoras, centros logísticos, movimiento fluido de mercancías y flujos de combustibles fósiles, que también tendrán gas natural y oleoductos a lo largo de las rutas e instalaciones de almacenamiento en las terminales portuarias.

 

Estos megaproyectos también serán administrados por los militares. Una pieza central del plan del gobierno ha sido otorgar a estos proyectos de infraestructura estatus de seguridad nacional, lo que incluirá patrullas militares y vigilancia a lo largo de la ruta para mitigar las preocupaciones de seguridad de posibles inversionistas en el sur de México.

 

Dada la gran cantidad de proyectos con participación o supervisión militar, estas iniciativas han ayudado a legitimar a los militares durante la administración de AMLO. Además de la seguridad y vigilancia del Istmo, los militares también construyen o administran aeropuertos, ferrocarriles, bancos, infraestructuras energéticas y aerolíneas. No podemos olvidar que se trata de los mismos militares responsables de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa y de innumerables atrocidades. Como institución, los militares han sido completamente deslegitimados en las últimas décadas, pero AMLO ha gastado un considerable capital político y financiero para rehabilitar la institución y blanquear su imagen.

 

Como otros megaproyectos, cualquier pretensión de desarrollo progresista o sostenible se desmorona con el más mínimo escrutinio. Por ejemplo, la política energética de AMLO se ha centrado principalmente en mejorar la extracción y el procesamiento de combustibles fósiles, reparar y construir represas hidroeléctricas, aumentar las ventas de gas natural a Europa y nacionalizar el litio para atender al mercado norteamericano. Sus promesas de que no se talarían árboles para construir el Tren Maya fueron sólo declaraciones demagógicas burlándose de los ambientalistas y de las comunidades indígenas que se oponían al turismo de masas y la especulación inmobiliaria que esto traería. Por lo tanto, si bien AMLO puede promocionar su administración como una transformación genuina, en realidad, su administración está llevando a cabo el trabajo de presidentes anteriores y ampliando las agendas desarrollistas de combustibles fósiles, sólo que mejor.

 

Los movimientos sociales y la Cuarta Transformación

En términos del movimiento obrero, la 4T realmente no ha hecho nada relevante, pero sí ha logrado que sus pocas acciones a favor de la clase trabajadora mexicana tomen relevancia ante los medios de comunicación gracias a su aparato propagandístico. Posiblemente su mayor logro haya sido la recuperación del salario mínimo en un 39 por ciento, mientras que administraciones anteriores se jactaban de aumentar el salario mínimo en un ocho por ciento anual, si no menos. Sin embargo, en materia estrictamente laboral el gobierno de AMLO no ha hecho mucho más.

 

Por ejemplo, de 2019 a 2021 se hizo mucho trabajo de propaganda sobre la eliminación de la subcontratación. Sin embargo, esto sólo culminó con la prohibición de un esquema de subcontratación muy específico, por lo que sigue siendo una práctica generalizada en muchas empresas, incluido el propio gobierno, que todavía contrata a mucho personal de esta manera. El gobierno se ha jactado de un aumento histórico en el número de trabajadores afiliados al IMSS (Seguro Social Mexicano pagado por el empleador), lo que es un indicador del aumento del empleo formal. Pero es un secreto a voces que muchas empresas inscriben a sus empleados con un salario mucho menor al que pagan en nómina, lo cual es un fraude al IMSS, pero la Secretaría del Trabajo no investiga estos temas.

 

El avance más importante en el sector laboral mexicano ha sido el surgimiento de sindicatos independientes en los últimos cuatro años [4], pero esto se debe en parte a los términos renegociados en el acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, el T-MEC. La nueva cláusula laboral requería la libre elección de la representación sindical, lo que anuló décadas de sindicalismo empresarial, especialmente en la industria automotriz. Estas reformas, el surgimiento de sindicatos independientes y las revueltas laborales de Matamoros en 2019 se deben a la movilización de trabajadores y organizaciones laborales, no a la intervención del gobierno. De hecho, además de aumentar el salario mínimo y el apoyo retórico a los trabajadores, el gobierno de AMLO ha estado al margen de todas las luchas obreras. Una postura lamentable para un gobierno de “izquierda”.

 

Para los movimientos de masas en general, la llamada 4T ha sido un completo desastre. Muchos líderes de movimientos sociales fueron cooptados por Morena, ya sea para satisfacer sus ambiciones personales o porque estaban convencidos de que su lucha sería más fácil bajo la protección de un gobierno de Morena. Esto sucedió con activistas como Nestora Salgado, integrante de la policía comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), presa política en 2013, actualmente es senadora por Morena. Aunque la propia CRAC-PC se ha distanciado de ella, ha sufrido divisiones internas debido a que algunos de sus miembros decidieron ingresar al partido. Un caso similar es Manuel Vázquez Arellano, mejor conocido como “Omar García”, sobreviviente de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; actualmente se desempeña como senador por Morena, y desde que ocupa ese cargo no ha expresado una sola crítica a la política de militarización del gobierno, ni a su constante ataque a las escuelas rurales ni a su falta de esclarecimiento de lo ocurrido con los estudiantes de Ayotzinapa, que sus padres y el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI, un equipo de peritos forenses que los acompañan) lo han hecho consistentemente.

 

Otro caso de cooptación es el de Susana Prieto Terrazas, quien hasta hace poco fue asesora del movimiento obrero 20/32 en Tamaulipas. Terrazas consiguió un puesto como diputada de Morena un año después de ser presa política por liderar el movimiento obrero en 2020. Desde entonces, sus compañeros del Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores Industriales y de Servicios (SNITIS) han tenido conflictos con ella. Han denunciado su trato despótico y el uso del membrete de su movimiento para darle apoyo político a AMLO, lo que recientemente culminó con su despido del sindicato. Ella ha respondido utilizando los medios a su alcance para llevar a cabo una campaña de represalia contra el comité ejecutivo del SNITIS. La CNTE, que históricamente ha sido la vanguardia del movimiento de masas en México, está completamente desmovilizada, debido a numerosos acuerdos que la dirigencia sindical mantiene con el gobierno. El hecho es que el gobierno otorga numerosas concesiones a los docentes para mitigar agravios, salvo conflictos esporádicos con los docentes de Chiapas y Oaxaca.

 

Desde el inicio de su administración, AMLO ha ridiculizado las manifestaciones de organizaciones populares. Ya sea el caso de las comunidades indígenas que se oponen a los megaproyectos, los normalistas que exigen un mayor presupuesto para sus escuelas, el movimiento de mujeres que lucha contra los feminicidios y el machismo, o familiares de desaparecidos. AMLO siempre ha declarado que este tipo de manifestaciones son inducidas por la oposición conservadora. Son numerosos los casos en los que el gobierno ha utilizado escuadrones antidisturbios para dispersar protestas y luego culpa a supuestos provocadores pagados por la oposición. Esta criminalización de la protesta, que a su vez justifica el uso de la fuerza represiva, ha sido utilizada por gobiernos anteriores. Sin embargo, al ser cuestionado al respecto, el presidente repite el mantra de que su gobierno “no reprime, no persigue y no tortura”, sin dar más explicación que negar los hechos.

 

Sin embargo, no todos los movimientos sociales están en reflujo. El movimiento de mujeres está actualmente al frente de la lucha de los oprimidos en México y en septiembre de 2023 la Corte Suprema finalmente despenalizó el aborto. Esto ocurre después de décadas de organización en América Latina, donde las mujeres han asumido un papel de liderazgo en diferentes luchas en todo el continente.

 

AMLO tiene una posición conservadora en temas de mujeres y cree que la familia es el centro moral del pueblo mexicano. Por ejemplo, durante la crisis del COVID-19 habló de lo favorable que era para las mujeres quedarse en casa para cuidar de sus familias: “La gente quiere cambiar el rol de la mujer y esta es una de las causas justas del feminismo, pero la tradición en México es que las hijas sean quienes cuiden de sus padres. Nosotros, los hombres, podemos ser más desapegados”. Su desconocimiento del movimiento de mujeres es tal, que ha afirmado que no existía tal movimiento antes de su gobierno, insinuando que se trata de un ataque político incitado por la oposición, y obviando que sus declaraciones resuenan con el machismo de muchos de sus seguidores.

 

Por estas y muchas otras razones, nos negamos a reconocer la Cuarta Transformación de AMLO como un proyecto progresista, y mucho menos de izquierda, digno de apoyo de radicales y revolucionarios. En general, es una estrategia para desarrollar a México como una economía capitalista avanzada con una mejor posición negociadora en los mercados norteamericano y global. A medida que el nuevo régimen se acerca a las elecciones generales de 2024, su credibilidad se pondrá a prueba ya que la principal candidata de MORENA, Claudia Sheinbaum, no cuenta con el apoyo masivo obtenido por el papel histórico de AMLO en la oposición. La izquierda debe permanecer independiente de Morena y apoyar al movimiento de mujeres y a los movimientos indígenas. También debe perseguir sus propias agendas e intervenir en movimientos de masas para profundizar su papel transformador en la sociedad mexicana y lograr mejores reformas del nuevo régimen.



[1] Véase sobre esto en: DW: AMLO anuente a que Musk participe en plan litio de México, 1 de marzo de 2023, https://www.dw.com/es/amlo-anuente-a-que-elon-musk-participe-en-plan-de-litio-en-m%C3%A9xico/a-64858104  

[2] Véase sobre esto en: El Financiero: Dos Bocas terminará costando el doble... y el Tren Maya más del triple, admite Ramírez de la O, 11 de septiembre de 2023, https://www.elfinanciero.com.mx/economia/2023/09/11/dos-bocas-terminara-costando-el-doble-y-el-tren-maya-mas-del-triple-admite-ramirez-de-la-o/

[3] Ver sobre esto en: Aristegui Noticias: Planteará AMLO tres propuestas a Biden para unificar América (video), 22 de diciembre de 2022, https://aristeguinoticias.com/2212/mexico/planteara-amlo-tres-propuestas-a-biden-para-unificar-america-enterate/?fbclid=IwAR1bjrFiPnAnFDWt8sgNhHw2QV5Vgii4D8hoRxFjmptTfFiLgMOu3d4AyPQ

[4] Véase en: Héctor Rivera: A new chapter for Mexican labor. SINTTIA and the fight for an independent union, april 07, 2023, https://www.tempestmag.org/2022/04/a-new-chapter-for-mexican-labor/

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