Por Jorge Arboleda
A raíz de los más recientes acontecimientos en Perú y en Argentina -es decir, la destitución de Pedro Castillo de la presidencia y el proceso penal que enfrenta Cristina Fernández- se ha propagado una postura que proviene de los partidos reformistas y sus seguidores, así como de periodistas que se asumen “críticos” e “independientes”, pero que en el mejor de los casos solamente mantienen un apoyo crítico a los gobiernos reformistas en países de América Latina, y en concreto, al gobierno de México. Esta postura es el llamado a defender a estos gobiernos progresistas de un supuesto “golpe de estado blando” [1] inminente.
Estos acontecimientos tomaron lugar pocas semanas después de que se realizara una serie de ponencias por parte de un sector de periodistas mexicanos, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM (PUEDJS UNAM), bajo el nombre de "Las Guerras Mediáticas en América Latina: Actores, Intereses y Alternativas", con 8 conversatorios en donde participaron personalidades como Ricardo Raphael, Nancy Flores, Luisa Cantú, Álvaro Delgado, John Ackerman, Julio Hernández "Astillero" e Inna Afinogenova, entre muchas otras. Cada una de estas personalidades es miembro de diferentes medios de comunicación, como La Octava, La Jornada y SinEmbargo, que a raíz del inicio de la administración de AMLO comenzaron a tener relevancia en la opinión pública de la izquierda, especialmente entre los seguidores del presidente.
En particular, La Octava inició su operación prácticamente tan pronto inició esta administración, mientras que La Jornada ha sido hasta ahora uno de los medios de comunicación que más dinero ha recibido de este gobierno bajo el concepto de "publicidad oficial", a pesar de ser un periódico impreso con un portal en internet, y Julio "Astillero" recibió apenas el 26 de noviembre el Premio Nacional de Periodismo. En el caso de Afinogenova, ella es parte del medio español Diario Público, después de haber terminado su relación con Russia Today a raíz de la invasión de Putin a Ucrania.
Si bien cada uno de los foros abarcó temas diferentes, todos giraban en torno al conflicto mediático que enfrentan los llamados gobiernos progresistas de América Latina, y en particular el gobierno de México. Salvo pocas excepciones, la gran mayoría de estos periodistas están de acuerdo en algo: la derecha neoliberal está asechando y ataca a través de los medios de comunicación, por lo cual se debe cerrar filas para defender los logros de la izquierda ante una amenaza de “golpe blando” financiado por los Estados Unidos.
La vacancia de Castillo y el proceso penal que enfrenta Fernández parecieran coincidir con la advertencia de estos periodistas, e incluso han replicado lo dicho por AMLO en su conferencia matutina del 9 de diciembre, de que algo similar le podría suceder a él y que, por tanto, tendríamos que prepararnos para dicho escenario, en el cual, según ellos, tendríamos que ponernos indiscutiblemente del lado de López Obrador.
Falta de contexto internacional
Esta posición que algunos en la izquierda latinoamericana confunden con un Frente Único, no es más que una posición reaccionaria que obedece a un deseo delirante de volver a los años 70's, cuando el imperialismo estadounidense demolía movimientos revolucionarios y derrocaba gobiernos reformistas para imponer gobiernos reaccionarios como en los casos de Chile, Argentina y Brasil a través de juntas militares, o en el mejor de los casos, 20 años atrás, cuando los gobiernos de Venezuela y Bolivia enfrentaban abiertas amenazas de golpe de estado por parte de Washington, sin entender para nada que la situación actual es muy diferente con respecto a esos escenarios, e ignorando completamente el contexto del modo de producción capitalista mundial del presente.
Desafortunadamente la mayoría de estos periodistas (si no es que todos) ignoran que actualmente vivimos en medio de una rivalidad inter-imperialista entre dos grandes bandos, el imperialismo occidental integrado por los Estados Unidos y la Unión Europea, contra el imperialismo oriental emergente, en concreto China y Rusia. Al ignorar esto, para ellos lo más sencillo es imaginar que el imperialismo estadounidense está preparando un “golpe blando" contra los nuevos gobiernos progresistas de América Latina, y que para llevarlos a cabo usa a medios de comunicación conservadores y hegemónicos que distorsionan la realidad para preparar dicho escenario golpista.
Si bien nosotros no rechazamos la idea de que dichas tácticas pueden ser usadas en un momento dado para cambiar rápidamente el curso de un país latinoamericano, si cierto gobierno llegase a ser un obstáculo para los fines del Pentágono, o, que en el marco de un periodo de inestabilidad política la derecha aproveche para colgarse y apoyarse de Washington para poder tomar el poder como sucedió en 2019 en Bolivia; empero, pensar que estos nuevos gobiernos se oponen al imperialismo yanqui es un delirio. Por el contrario, estos gobiernos han fungido más como operadores gringos para retirar a China y Rusia de los mercados que habían ganado en la anterior "ola de gobiernos progresistas". En concreto, estos gobiernos le están dando a los Estados Unidos la estabilidad política que necesitan en la zona para poder fortalecer su mercado en este hemisferio, ante el peligro de China que está expandiendo sus multinacionales en África y en el sureste asiático, y mientras Rusia intenta expandir sus zonas de influencia en Europa y Medio Oriente.
Es por eso que estas personas se han generado la idea de que apoyar a Obrador, Lula, Petro, Boric, Castillo y Fernández es equivalente a luchar contra el imperialismo y contra la derecha. Si bien algunos de ellos son más críticos que otros al gobierno mexicano, la gran mayoría reducen su crítica al mínimo por miedo a que le estén "haciendo el juego a la derecha", como nos acusan muchas veces los obradoristas a quienes somos socialistas por señalar la naturaleza burguesa, traidora y proimperialista de este gobierno.
Los actores de esta "guerra mediática"
A quienes estos periodistas tienen identificados como "medios hegemónicos", los cuales son los que atacan sin piedad al gobierno de AMLO, son concretamente periódicos como El Reforma, El Universal, LatinUs y Radio Fórmula, y aunque existen otros medios de comunicación con línea editorial reaccionaria, estos son los que se pueden identificar como principales comunicadores del anti-obradorismo. Sin embargo, de estos medios, ninguno es de televisión, la cual sigue aun siendo la principal forma de información de la gente en México, a pesar del gran avance de las redes sociales y medios electrónicos. Los principales medios de información y que realmente son hegemónicos en México son Televisa, Tv Azteca y Grupo Multimedios, pero de parte de estos tres realmente no existe una "guerra mediática", sino todo lo contrario. Tanto Emilio Azcárraga, dueño de Televisa, como Ricardo Salinas, dueño de Tv Azteca tienen una relación bastante fraterna con Obrador, quien los hizo parte de su consejo empresarial de asesores, junto con otros magnates como Carlos Slim y Germán Larrea, con quienes también tiene relaciones bastante cercanas, a pesar de que antes los denunciaba por ser parte de "la mafia del poder" que se apoderó de México. Todo lo contrario, cada año AMLO promueve que se done dinero al Teletón, a pesar de que varios años atrás lo consideraba un fraude, y en ocasiones ha dicho que Javier Alatorre, el presentador de noticias “estrella” de Tv Azteca, es su amigo, sin mencionar que Obrador a menudo se reúne con Salinas Pliego para almorzar.
La selectividad que existe en esta "guerra mediática" parece solamente abarcar a medios de comunicación de una categoría menor que los medios considerados "hegemónicos", y sin duda la burguesía nacional más acaudalada no se encuentra detrás de dicha guerra mediática, pues está muy ocupada consiguiendo contratos millonarios para nuevos megaproyectos de comunicación e infraestructura que este gobierno les ha venido dando cada año. Pero entonces, si no son los más ricos del país los que usan los medios de comunicación para atacar al gobierno de la 4T, ¿quiénes son?
Detrás de estos medios están empresarios que no aparecen en la lista de Forbes, pero que sin duda tienen mucho dinero. El dueño de Grupo Reforma es Alejandro Junco de la Vega, un empresario regiomontano cuyos negocios giran enteramente alrededor de su periódico impreso de alcance nacional. El caso de Juan Francisco Ealy Ortiz, dueño de El Universal es el mismo, mientras que Radio Fórmula es propiedad de los hijos del recientemente fallecido Rogerio Azcárraga Madero, primo del actual dueño de Televisa. LatinUs, que es un medio audiovisual electrónico, es posiblemente el medio insignia del anti-obradorismo, el cual es liderado por uno de los viejos periodistas "estrella" de Televisa, Carlos Loret de Mola, quien ha sido denunciado muchas veces por periodistas de investigación de haber sido partícipe de engaños mediáticos y montajes a favor del gobierno de Felipe Calderón y quien siempre mostró simpatías por la derecha y un gran rechazo a López Obrador.
Este medio es propiedad de una sociedad de empresarios y políticos del PRI y del PRD que han logrado usar dinero público del Estado de Michoacán de manera ilegal para poder financiar esta plataforma. Si bien todas estas personalidades son parte de la burguesía nacional, definitivamente no forman parte de las élites que controlan la economía de este país, sino que más bien parecen ser parte de un sector del empresariado mexicano más conservador, pero que no goza de un lugar muy privilegiado en el mercado nacional.
En este apartado cabe mencionar a quien ha sido señalado como el empresario que funge como el principal operador político de la derecha mexicana, Claudio X. González, quien es socio regional de la multinacional Kimberly Clark, y quien es activo participante de cámaras de comercio y sindicatos patronales como la Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano de Negocios. Parte de los negocios que ha obtenido Claudio X ha sido gracias a la creación de asociaciones civiles que reciben dinero del gobierno, y con lo cual ha fundado algunos medios de comunicación de menor calibre como Animal Político o la asociación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, en la que incluso han participado activistas y periodistas que han puesto en evidencia importantes casos de corrupción de gobiernos anteriores, como fue el caso de las "empresas fantasma" del exgobernador Javier Duarte. Sin embargo, este señor aparece en el último lugar de los 37 más ricos de México.
Delirios "antifascistas"
Sumado a estas angustias por el "golpe blando", algunos de estos periodistas han manifestado gran preocupación por la más reciente Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) que fue realizada en la Ciudad de México el pasado 18 y 19 de noviembre, la cual es una expresión de un sector de extrema derecha identificada con Donald Trump y Jair Bolsonaro, en la cual incluso Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente de Brasil, participó como uno de sus líderes. Si bien nosotros también nos sumamos al rechazo de este tipo de expresiones de la derecha más conservadora, racista, supremacista blanca, homofóbica, xenofóbica y misógina, algunos de estos periodistas la relacionan con el surgimiento del fascismo en América Latina, lo cual pensamos que es absurdo, bastante prematuro y que obedece también a delirios que algunas organizaciones de izquierda comparten, sobre escenarios de lucha callejera antifascista de la Europa de los años 20's y 30's, confundiendo completamente el contexto actual, identificando a cualquier derecha conservadora con la amenaza del fascismo, el cual es un fenómeno específico que está marcado por el surgimiento de bandas anti-obreras cuyo fin es el desmantelamiento de sindicatos, partidos obreros y cualquier forma de organización de izquierda.
Aunque dichas bandas no existen actualmente en esta región, o si existen son sumamente marginales e inofensivas, lo que sí existe actualmente son bandas ultrarreaccionarias fuertemente armadas que aterrorizan comunidades enteras y a las cuales ya nos acostumbramos a llamar "narcos", cuya operación y negocios son parte de una política de Estado impuesta por Washington y secundada por todos los gobiernos de América Latina, tanto los de derecha como los llamados progresistas; pero no vemos a estas organizaciones ni a estos periodistas llamar a la acción para combatir a estas bandas, sino que por el contrario caen en la ilusión de que el Estado se encargue con su fuerza militar y policial y que para ello nos conviene que la derecha no "regrese" al poder. A estos periodistas les preguntaríamos en todo caso, ¿exactamente qué tipo de acciones piensan ustedes que el pueblo debería realizar para combatir estos “intentos de golpe”? Claramente ellos no llaman a la lucha callejera, por lo que asumimos que se limitan a pedirnos que prediquemos los “logros” del gobierno y llamemos a votar por Morena, como si con elecciones se pudiera detener un intento real de golpe de Estado.
Además, debemos recordarles a estas personas que, por lo menos en México, el principal defensor de Donald Trump se llama Andrés Manuel López Obrador, quien sin protestar obedeció a cabalidad la orden de convertir la frontera sur de México en un muro migratorio humano utilizando para ello a la flamante nueva Guardia Nacional, jamás ha cuestionado el encierro de niños mexicanos en campos de concentración para migrantes en EU, y le ha defendido de supuestas intenciones de desestabilizar a su gobierno por parte de las caravanas migrantes así como de la suspensión de su cuenta de Twitter. Si este es nuestro "amigo" en el combate a la ultraderecha y al imperialismo, ¿para qué queremos enemigos? Bueno, recordamos que la acción más “antiimperialista” que realizó el gobierno de Obrador fue defender a Salvador Cienfuegos, un militar en retiro y antiguo Secretario de Seguridad Nacional, de un juicio en los EE.UU. por nexos con el narcotráfico.
Otra cosa que estos periodistas no comprenden, es que el movimiento obradorista tiene fecha de caducidad. En México, la Constitución prohíbe que una misma persona sea presidente más de un periodo, por lo que, a partir del inicio de las campañas electorales, los simpatizantes de AMLO tendrán que dividirse entre los que pelean por la sucesión presidencial y los que se encuentran en pugna por la dirección de Morena, quienes además han demostrado ser mucho (muchísimo) más serviles a la burguesía y al imperialismo que Andrés Manuel.
Las lecciones de Perú y los verdaderos peligros de un golpe
La vacancia de Pedro Castillo cabe sin duda en lo que se ha catalogado como "golpe blando", y es precisamente el fenómeno que ha confirmado nuestra crítica a este sector reformista y a los periodistas que lo han estado advirtiendo. Esta maniobra reaccionaria para echar a un jefe de estado elegido por el pueblo es parte de la profunda crisis política que vive Perú desde hace una década, en la que una camarilla de políticos serviles a la oligarquía peruana y al imperialismo yanqui ha dejado fuera de su círculo a un maestro rural que, una vez en el poder, hizo todo lo posible para ganarse la confianza de dicha oligarquía y de Washington, traicionando al pueblo que lo eligió.
Esta crisis se manifiesta a través de esta pugna de poderes entre facciones de la burguesía por demostrar quién tiene mejor capacidad para darle a su país la estabilidad que la clase dominante nacional e internacional necesitan en la región, en el marco de la rivalidad inter-imperialista. Por un lado, está la vieja camarilla conservadora, completamente desprestigiada para el sector más explotado del pueblo y, por otro, una nueva camarilla de oportunistas surgida de viejas luchas, que han logrado ganarse la simpatía de una buena parte de ese sector oprimido, con lo cual han legitimado su posición, pero que en su primera oportunidad deciden traicionar a las bases que los pusieron ahí para ponerse del lado de la clase dominante.
El pueblo peruano ha salido estos días a las calles a ocuparlas y a realizar bloqueos, tomaron el aeropuerto de Arequipa y han desafiado a las fuerzas del orden para exigir nuevas elecciones anticipadas, el cierre del congreso y una asamblea constituyente, y Boluarte ha tenido que aceptar llamar a nuevas elecciones como válvula de escape a la crisis; pero son cada vez más los que se dan cuenta que manteniendo las instituciones de la democracia burguesa intactas este escenario será solo otro callejón sin salida. Su lucha ya no se centra en la defensa de Castillo, pues no tiene ningún caso regresar a la situación previa a su vacancia. ¿Exactamente qué defendería el pueblo peruano del gobierno de Castillo, si en los hechos él no fue capaz de hacer la más mínima reforma en favor de las clases explotadas?
México es el país donde posiblemente el escenario para un “golpe blando” sea el menos probable de toda América Latina, pues es de momento el país que goza de mayor estabilidad política relativamente, y explorando la crisis política que enfrenta la clase dominante en todo el continente, hay escenarios que merecen nuestra atención, además del de Perú.
En el caso de Brasil existió un auténtico llamado de oficiales retirados de la Fuerza Aérea y Marina para llevar a un levantamiento militar en contra del gobierno entrante de Lula, sin embargo, los actuales militares en activo han avalado las elecciones y no se ve que realmente tengan intención de intervenir de ninguna forma, además consideramos que lo que menos quiere Washington en este momento es escalar el escenario de inestabilidad política en el país con el mayor PIB en la región, por lo que dudamos que los Estados Unidos participen en un aventurerismo de este calibre, al menos que la derecha bolsonarista le demuestre que tiene la capacidad de sostener el poder ante el clima de inestabilidad, cosa que por ahora pensamos que es poco probable, y concretamente Bolsonaro ha mostrado nula intención de ello, y sobre todo, porque la relación de Lula da Silva con el imperialismo yanqui es cada vez mejor.
En Bolivia, la derecha se fue derrotada del gobierno después de que el pueblo rechazó el golpe de Estado de 2019 que culminó en un llamado a elecciones en las que el MAS logró regresar al poder, aprovechando la carencia de una organización obrera, campesina e indígena que pudiera dirigir el descontento del pueblo boliviano. En Argentina, el proceso que enfrenta Cristina Fernández se ve que será de largo aliento, pues ella como actual vicepresidenta goza de fuero político, además de que su condena debe ser ratificada por la Corte Suprema y la Cámara de Casación argentina, lo cual podría tardar años, si es que se da.
Todos estos son escenarios ante los que debemos estar atentos, pero principalmente, nuestra labor como socialistas no es buscar la alianza con sectores de la burguesía progresista en el gobierno para evitar ataques de la burguesía conservadora opositora, disfrazando la táctica estalinista de Frente Popular como un Frente Único, sino crear organizaciones obreras y fortalecer las existentes para poder rebasar a las pugnas interburguesas que arrastran a los explotados y oprimidos y los distraen de sus verdaderos intereses de clase, pues más que estar defendiendo "logros" que en realidad son migajas en el mejor de los casos, la clase obrera latinoamericana debe aspirar a la toma del poder para verdaderamente luchar contra el imperialismo y crear una sociedad libre de explotación.
Si permitimos que se siga utilizando la consigna de "ahí viene el golpe", no solamente se nos sigue arrastrando a apoyar gobiernos burgueses de falsa izquierda, sino que, además, cuando realmente llegue un escenario de golpe de estado reaccionario, usando a las fuerzas armadas, la policía o a grupos paramilitares, estaremos completamente desarmados para combatirlo; sobre todo, cuando en América Latina, y especialmente en México, sigue avanzando el militarismo bajo el falso pretexto de combatir al crimen organizado y al narcotráfico.
[1] Lo que comúnmente se le llama “golpe blando” es el uso de mecanismos jurídicos y legales que le da la facultad a cierto sector opositor al gobierno de quitar de su cargo a líderes de Estado, ya sea que dichos mecanismos sean legítimos o no. El caso más famoso es el “impeachment” de Dilma Rousseff, quien fuera presidente de Brasil hasta que en 2015 el congreso votó a favor de que ella enfrentara un juicio político por corrupción y violación de la Ley presupuestaria de Brasil, con lo cual tuvo que dejar su cargo para que lo ocupara el derechista Michel Temer, con la finalidad de llevar a cabo medidas de ajuste impuestos por el FMI.
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